miércoles, 19 de agosto de 2009

El reconocimiento

Algunas personas se esfuerzan por ser reconocidas por los demás. Alimentan su autoestima en el decir ajeno y se entristecen o deprimen cuando sus acciones o actividades no son valoradas. Todo lo que hacen tiene como finalidad el aplauzo o la adulación. El reconocimiento ajeno es la savia que los alimenta y moviliza permanentemente.
A los amadores de sí mismos ni siquiera les importa si lo que hacen está bien o mal, es verdadero o falso; lo único que les importa es la adulación, aunque sea totalmente interesada. Muchos de ellos saben ciertamente que algunas adulaciones no son sinceras, pero qué les importa.
¿Por qué buscan ser reconocidos?Quizás, porque se sienten inferiores a los demás y la adulación los iguala; quizás, exactamente por lo contrario, se sienten superiores a los demás y necesitan que se lo digan frecuentemente. Sea por una cosa o por la otra, los amadores de sí mismos buscan reconocimiento como si fuera el alimento diario de todos los días.
Ni siquiera sirve acerles notar a quienes buscan reconocimiento lo efímero que es la vida y lo diminuto que es el tiempo en la tierra, puesto que muchos de ellos buscan en el aplauso la eternidad de su ser y lo patentizan como si viniera del tercer cielo o de Dios mismo.
Lo anecdótico en estos individuos se deja notar en su ambivalente accionar con sus semejantes: aquéllos que lo adulan reciben recompenza; por otro lado, quienes no los reconocen son descalificados violentamente. En fin, tenemos que convivir con quienes creen ser superiores a los demás; lo que no tenemos que creer es que realmente lo son. Claudio G. Barone.