sábado, 14 de agosto de 2010

¡Qué es lo estrictamente filosófico?


El camino que me propongo trazar en este proyecto, no puede sino comenzar con la consideración respecto de qué es lo estrictamente filosófico. La pregunta apunta a reflexionar sobre aquello que se ha dado en llamar criterio de demarcación. Si es que existe tal criterio, sería importante indagar tanto su origen, como su alcance y fundamentación. Asimismo, si este criterio tiene un carácter universal o no es más que contingente. Es decir, si en todas las épocas de la historia de la enseñanza filosófica ha habido un grupo de autores que acapararon la atención, de tal manera que su pensamiento ha quedado enquistado y naturalizado en la práctica docente o, por el contrario, no es más que el resultado arbitrario motivado, ya sea por presupuestos e ideologías políticas o por antojadizos caprichos pedagógicos, entre muchas cosas.

De manera que, de lo que se trata es de dilucidar qué entendemos por estrictamente filosófico, para poder comprender el por qué muchos autores a lo largo de la historia de la filosofía han sido ignorados y deshabilitados del encuadre filosófico, muy a pesar de sus propias propuestas de pensamiento. La intención consiste en responder a varias preguntas que están decididamente concatenadas. La pregunta sobre lo estrictamente filosófico nos lleva a reflexionar sobre si la filosofía tiene propiamente un origen histórico, con una estructura, una normativa y un criterio de justificación determinado inamoviblemente y válido para todas las generaciones. Algo así como un canon establecido.

Si existiera un canon establecido históricamente con la potencialidad de perpetuarse en el tiempo por la validez de sus procedimientos y de sus problemas planteados, entonces, el pensamiento filosófico estaría restringido a una metodología y fundamentación determinada. Si fuera así, entonces se justificaría que muchos autores hayan sido borrados de la enseñanza filosófica en los medios académicos.

La consideración de aquello que es estrictamente filosófico nos lleva de la reflexión sobre si la filosofía tiene un origen histórico, a plantearnos si también el criterio de demarcación lo tiene. En el caso de que pensemos como origen histórico de la filosofía el contexto griego del siglo sexto antes de Cristo, ¿qué entendían por filosofía aquellos que estaban situados en ese contexto? ¿Se puede determinar un canon establecido de temas, problemas, justificación, metodología y autores en este contexto? Si esto fuera posible, ¿Quiénes serían los autores, cuál sería la metodología y cuáles serían los problemas? En definitiva, ¿cuál sería el criterio de demarcación instituido, si es posible encontrar alguno?

Como se sabe, y si admitimos un origen histórico de la filosofía, el pensamiento filosófico tenía como objetivo el conocimiento de la totalidad de los entes. Su propósito era holístico. Los filósofos presocráticos buscaban un arjé constitutivo de toda la realidad. Tanto Platón como Aristóteles construyeron relatos y pensamientos que involucraban un deseo por la totalidad del saber. El conocimiento no estaba separado en ramas inconexas, sino que formaba parte de un todo orgánico. A ninguno de ellos se les ocurriría decir que ciertos problemas de la realidad eran filosóficos y otros no. Sería un absurdo. La realidad era pensada como una totalidad y el saber filosófico debía contener a esa totalidad en sí mismo.

¿Qué criterio de demarcación puede ser válido en una visión holística del mundo y del saber? Ninguno. ¿Qué y quién pueden determinar con precisión que es lo estrictamente filosófico? ¿Por qué? ¿Para qué? La visión de la realidad en el origen histórico de la filosofía era omnicomprensiva.

Si la filosofía no tuviera un origen histórico, el criterio de demarcación sería aún menos probable, pues, ¿dónde lo pondríamos?, ¿qué recortaríamos?, ¿qué pondríamos como criterio válido para el conocimiento: la razón, la fe, la coherencia, la correspondencia del discurso con la realidad, el mito, la leyenda? ¿En qué momento lo pondríamos y quiénes lo harían?

Sea que la filosofía tenga un origen histórico o no, el criterio de demarcación sigue siendo un problema a resolver. Y no es un problema menor, puesto que es el disparador de muchos cánones preestablecidos arbitrariamente a lo largo de la historia y, actualmente, de muchos sistemas educativos. Es decir, se construyen programas bajo presupuestos que involucran decididamente aquello que se considera como filosófico en desmedro de aquello que se rechaza como antifilosófico. Y la validez del criterio demarcativo, pretende ser filosófica.

Dentro de esta cosmovisión del mundo, occidental y posmoderna, el criterio entrona a la Razón occidental como patrón normativo absoluto, dejando de lado otras formas de acceder al saber. Esta determinación, si bien pretende ser filosófica, es estrictamente antifilosófica. Restringe la posibilidad de saber y normatiza y diviniza a la Razón como si fuera un criterio absoluto. Sin embargo, el criterio racional de los problemas, que es muy limitado por cierto, como ha sido demostrado por muchos filósofos, no es más que uno de los tantos criterios posibles.

No obstante, se construyen y se delimita lo que es filosófico de aquello que no lo es, en base al criterio de la Razón. Es este criterio el que va descartando autores porque aparentemente no encajan en aquello que se entiende como “racional, occidental y filosófico”, sin explicar bien por qué.

Sería importantísimo poder rastrear cómo el criterio de demarcación ha sufrido varios virajes desde que históricamente ubicamos el origen de la filosofía hasta la actualidad. ¿Ha habido siempre el mismo criterio de demarcación? ¿Han sido siempre los mismos autores los que quedaron y quedan fuera del canon establecido? ¿No ha habido un corrimiento de este criterio en base a las diferentes formas de entender la vida en occidente? ¿Es posible mantener un mismo criterio a lo largo de la historia? ¿Están la Antigüedad, la Edad Media, la Modernidad e incluso la Posmodernidad atravesados por un mismo criterio demarcativo respecto de qué es lo propiamente filosófico? ¿Qué sucede con otras cosmovisiones del mundo, como las que surgen de oriente?

Estas son algunas de las preguntas que deben poder responderse si se pretende analizar con profundidad el enorme problema de la demarcación. Para muchos, puede ser que éste no sea un gran problema; sin embargo, si no entendemos cuáles han sido los criterios que se han tomado y se toman en la actualidad al respecto, nunca podremos saber porqué ciertos autores han sido y son relegados de las aulas.

La propuesta intenta investigar el proceso por el cual el criterio de demarcación ha ido virando históricamente, analizando cuáles han sido los factores internos y externos que han contribuido al cambio. Además, intenta descentralizar la enseñanza filosófica de aquellos marcos arbitrarios en los que ha sido encuadrada en estos últimos años en algunos centros académicos, para hacerla mucho más holística.

El criterio de demarcación entre lo que se debe enseñar y lo que no se debe, siempre ha sido el mismo durante varios años: Pensadores como Marx, Nietzsche, Unamuno, Kierkegaard, Jaspers, Feverbach, entre otros tantos, han sido relegados del ámbito académico o a lo sumo, trabajados en seminarios extracurriculares o en pequeños espacios en alguna materia. Esta perspectiva nace de una comprensión elitista de la enseñanza y, de ninguna manera, es verdaderamente filosófica.

Una vez analizado todo lo concerniente al criterio de demarcación, me propongo demostrar cómo la filosofía desde su origen históricamente considerado y mucho antes también (estoy pensando tanto en otras cosmovisiones como en el período homérico) ha estado ligada íntimamente al pensamiento sobre lo religioso y lo sagrado. Mi interés será demostrar cómo el pensamiento que consideramos filosófico ha sido enhebrado sobre la telaraña de lo trascendente, de lo sagrado, de lo místico, de lo sobrenatural.

Intentaré probar que lo que llamamos filosófico está íntimamente unido a lo sagrado y divino, sin ninguna partición dualista u ontológica. Decir “lo filosófico” es indagar respecto de la posibilidad de un mundo impregnado por el encantamiento de lo sagrado. Desconocer esto, es descontextualizar históricamente tanto el pensamiento de los presocráticos como de Platón, Aristóteles y muchos de los filósofos de todas las épocas.

Mientras que en la actualidad, en muchos centros académicos se recorta a ciertos autores por considerar que no han hecho grandes aportes filosóficos (¿desde qué lugar?) o porque sus obras no merecen demasiada atención porque están ligadas a lo religioso (corte que se hace en nombre del pensamiento universal), el comienzo del pensar filosófico está muñido de una comprensión holística de la realidad y de una vinculación religiosa sorprendente. Tanto que, como señalé, es imposible entender una sin la otra. ¿Acaso se puede entender el pensamiento del Sócrates de Platón sin remitirnos al oráculo en Delfos o a las Musas inspiradoras? ¿No es cierto que aun la concepción gnoseológica de Platón está envuelta en el mito del río Leteo? ¿Con qué criterio podemos separar a un autor de la totalidad de su obra? ¿Cuál es el criterio para afirmar que dentro de una obra existen aspectos filosóficos y otros que no lo son? ¿Desde qué lugar se puede entender a un autor fuera del contexto general de su obra? ¿Qué nos habilita para recortar páginas de un autor porque entendemos que su reflexión se torna religiosa?

En fin, estas preguntas surgen de la contradicción que supone interpretar a un autor desligándolo del aspecto religioso de su obra. Verdaderamente, esto es tan ridículo como pretender enseñar a tocar la guitarra sin la totalidad de sus cuerdas. Y eso es lo que se hace desde las aulas cuando arbitrariamente se parte a un autor, simplemente por prejuicios que no surgen del autor, sólo de quienes lo abordan.

Así, mi recorrido parte del análisis del criterio de demarcación, para demostrar lo arbitrario que es establecer tal criterio, tanto por desdecirse con el propósito prístino de la filosofía entendida históricamente (holística), como por estar sujeto a los cambios interpretativos de la realidad (contingencia). Aún más, por desdibujar a un pensador, fraccionándolo dentro de su propia obra, entre aquello que es filosófico y aquello que es religioso, mítico, místico, entre otras cosas (dualismo innecesario). Finalmente, el criterio es arbitrario, porque está sujeto al capricho de los educadores.

Desde el análisis del criterio de demarcación, deseo demostrar cómo la idea de lo divino, en todas sus formas, ha sido el centro de todas las especulaciones filosóficas y, sin embargo, se considera en la actualidad, como antifilosófica, simplemente por prejuicios no filosóficos.

Desde ya, que la propuesta parece ser demasiado ambiciosa, pero de ningún modo irrealizable. No pretendo realizar un análisis empírico de programas curriculares, pues esto no tendría ninguna utilidad. Pero sí, pretendo realizar un recorrido teórico que trate de desandar todas estas cuestiones que me parecen de vital importancia para la práctica de la enseñanza filosófica en el aula. Quiero investigar por qué los criterios van cambiando, qué es lo que se oculta o intenta ocultar detrás de esos cambios, por qué se desvincula a los autores de la plenitud de sus obras, qué pone de moda a un autor y qué hace que otro caiga en desgracia, quiénes son los responsables, cuál es la influencia externa, ideológica, política que está presente, cuál es el nivel de conocimiento de los educadores respecto de la totalidad de las obras de un autor, en nombre de qué o de quién se hacen los recortes pedagógicos, por qué lo religioso no cuadra dentro de lo filosófico. Estas preguntas son sólo algunas de las tantas que me mueven a investigar. Claudio G. Barone.